Hoy en día los ramos son definitivamente un accesorio esencial que las novias llevan en su ceremonia de bodas.
Y no solo es empleado por la decoración y el toque de vida que brinda al tradicional vestido blanco, sino también por el significado que éste tiene en un momento tan importante para la pareja.
El término “ramo” viene de la palabra francesa “bouquet”, que quiere decir “arreglo floral”. Su historia comienza siglos atrás, cuando las novias solían llevar hierbas aromáticas con el fin de atraer la buena suerte y la felicidad. En la Antigua Grecia las portaban como símbolo de fertilidad; y tiempo después las flores llegaron en la Edad Media. Según la tradición europea, era común que las mujeres recibieran flores y hierbas aromáticas camino al altar; esto como una manera en que los invitados le deseaban buena suerte a la novia y espantaban a los malos espíritus.
También, en las ceremonias de Polonia las novias optaban por un ramo de flores que eran espolvoreadas con azúcar, creyendo que esto traería prosperidad y años de armonía. Mientras que en Grecia, la costumbre era llevar dientes de ajo y hierbas aromáticas con flores azules para apartar la negatividad y la envidia del nuevo matrimonio.
Durante la época victoriana los amantes intercambiaban mensajes de amor secretos escondidos en las flores en visitas furtivas de los novios a las alcobas de las novias. Luego, las novias llevarían al altar el ramo elaborado con estas flores; por lo que solo la pareja conocía el verdadero significado de este ramo, así como el amor que simbolizaba.
Lo que es evidente es que en todas las culturas, tanto las flores como otros elementos naturales, han sido utilizadas como amuletos de protección y símbolos de prosperidad en las ceremonias de casamiento. Los colores y la forma del ramo siempre dependerán del vestido y de la novia, cada una es diferente y especial; pero sea cual sea su tamaño o estilo, el ramo idealmente debe ser ligero y manejable para poder disfrutar.